lunes, 22 de febrero de 2010

CARLOS ENRIQUE OROZCO
Sección: El Cierzo
“Tomás Eloy Martínez: tres pasiones vividas y un solo lenguaje”
Transmitido: 16 febrero 2010


Como escribiera Bertrand Russell a propósito de su propia vida, podemos decir que tres pasiones simples, pero abrumadamente intensas gobernaron la vida de Tomás Eloy Martínez: el periodismo, la literatura y la enseñanza. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, (lo llevaron) de allá para acá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hacia el borde mismo de la desesperación. Detrás de sus novelas, sus columnas en diarios o sus talleres para la formación de periodistas en Guadalajara, Cartagena de las Indias, Buenos Aires o Nueva Jersey estaba un hombre que tuvo un compromiso con la palabra a tiempo completo, a vida completa, como lo dijera el propio Tomás en una conferencia dictada en 1995.
No voy a repetir los datos biográficos y la lista de publicaciones de Tomás Eloy Martínez Cualquier imaginario lector interesado puede consultar en la sección cultural de algún diario en castellano o revisar el espacio que abrió la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en su sitio (www.fnpi.org/) para honrar al escritor argentino. Baste decir que algunos de sus libros La pasión según Trelew (1974); Lugar común la muerte (1979); La novela de Perón 1985); La mano del amo (1991); Santa Evita (1995); El vuelo de la reina (2002) Purgatorio (2008), están considerados dentro de los mejores en la literatura latinoamericana contemporánea. Sus textos periodísticos se publicaban en diarios con gran prestigio como el New York Times, El País, La Nación. Recibió becas y premios como el Novela Alfaguara 2002 y el José Ortega y Gasset de periodismo en 2009.
Ficciones verdaderas es el título de uno de sus libros que sintetiza con estas dos palabras gran parte de su vida creativa y sufrida. Lo que voy a contar parece ficción, pero fue desgraciadamente verdadero para Tomás Eloy Martínez. Un jueves de invierno de 1992, Stella G. Maychick, una apacible viuda de 74 años, perdió el control de su Oldsmobile gris y se fue en línea recta hacia un grupo de personas que descansaban a la sombra de los árboles en Washington Square, en Nueva York. La anciana dejó en la travesía cuatro cadáveres y siete lisiados, además de diez heridos en estado crítico. Inspirado en ese suceso, Tomás escribió “La señora”, una conmovedora crónica sobre este suceso, publicada en México por la revista Nexos en diciembre de 1992. Nunca imaginó el escritor argentino que ocho años después iba a pasar de ser cronista a víctima de un suceso similar. Una noche de invierno del año 2000, Tomás caminaba en compañía de su esposa, Susana Rotker, por una calle cercana a su domicilio en Nueva Jersey. Un auto conducido por otra anciana se pasó la luz roja del semáforo y arrolló a la pareja. Como resultado del golpe, Susana cayó al otro lado de la calle y un automóvil pasó sobre ella. Murió después en el hospital. Él sólo sufrió golpes diversos, aunque tardó varios años en recuperarse emocionalmente de la tragedia.

Tomás Eloy, Susana y su entonces pequeña hija Sol Ana vivieron unos meses en Guadalajara cuando asesoró el nacimiento del periódico Siglo 21. Desconozco qué tan relevante fue para ellos esta estancia, pero creo que todos los que tomamos el taller de periodismo que impartió como parte del proceso de selección para el nuevo diario quedamos marcados para siempre en términos periodísticos y literarios por su generosa influencia. Estoy seguro que todos los que estuvimos en esa etapa lo recordamos con mucha gratitud por su sencillez y su enorme generosidad para inculcarnos la pasión por el periodismo. Tengo grabada una imagen de los primeros días de Siglo 21 en que Tomás se pasaba tres o cuatro horas buscando la palabra precisa y del tamaño adecuado para la portada del periódico. Es nuestra cara de presentación, tenemos que dar la mejor, nos decía. Cómo extrañamos sus sabios consejos cuando dejó el periódico para regresar a Nueva Jersey. También recuerdo su amable, pero machacona insistencia en que escribiéramos correctamente los nombres de las personas u organizaciones a las que hacíamos referencia en nuestros textos periodísticos; tenemos el compromiso moral de escribir con corrección los nombres de nuestros entrevistados o informantes, no importa qué tan complicado suene; es lo menos que podemos hacer. Me acordé de esa recomendación cuando leía la nota necrológica que le dedicó el diario español El País, (www.elpais.com) y en la que cometieron dos errores de nombre: llamar “Siglo XXI” al diario Siglo 21 y universidad “Rutgerts” a la universidad de Rutgers.

Desde este espacio recordamos con mucha gratitud a Tomás Eloy Martínez, el maestro, periodista y escritor. Quienes colaboramos en el arranque del diario Siglo 21 le debemos tanto. Hasta pronto Tomás.

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