martes, 23 de marzo de 2010

JUAN LARROSA
Sección: Sistema autorreferencial
“El futbol y las telenovelas: la escuela de los mexicanos”
Transmitido: Lunes 22 marzo 2010


IBOPE AGB es una empresa trasnacional que opera en México y su actividad principal es generar información sobre el uso y consumo de medios de comunicación masiva. Como bien se podrán imaginar, la información que producen es muy costosa y solamente la pueden tener aquellos que pagan por ella. Sin embargo, desde hace un par de años, IBOPE México ha decidido liberar parte de su información cuando ésta ya no resulta tan atractiva para sus clientes. Por ejemplo, hace unas semanas publicó un compilado de datos sobre el consumo mediático de los mexicanos durante 2009, el cual revela datos muy significativos.

Antes de entrarle a la carne del informe, vale apuntar dos cuestiones. IBOPE es una empresa monopólica, pues si uno quiere saber cuál es el consumo de medios de los mexicanos, hay dos opciones: o comprarle la información a esta empresa o procesarla uno mismo. Este carácter monopólico levanta muchas suspicacias, pues IBOPE asegura, por ejemplo, que mide los niveles de audiencia en televisión, a través de un dispositivo que instala en los televisores de distintas familias en la República mexicana (people meter). Hasta el día de hoy no he conocido a nadie que tenga ese aparato, tampoco he sabido de la típica historia de que un primo del amigo de la mamá lo tiene. Evidentemente, el que una sola empresa realice este trabajo, puede tener implicaciones serias, pues no sería muy complicado que alteraran ciertos resultados para que la televisora x o y pueda vender más caros sus spots.

La segunda consideración es que el IBOPE construye estos datos desde una lógica comercial y mercadotécnica, por lo que sus metodologías son acríticas y pragmáticas, pues esta información tiene un objetivo muy claro: describir un mapa de consumidores de medios, para que las empresas puedan saber qué vender, cómo venderlo y a quién engatusar para que consuma. Recordemos que en el caso de los medios electrónicos, léase radio y televisión, el negocio está en vender a los anunciantes el tiempo que la audiencia dedica a consumir estos productos comunicativos. (En efecto, el negocio de Salinas Pliego o Azcárraga Jean no es vender comerciales; es vender el tiempo de las audiencias a las empresas que buscan consumidores).

Dichas estas advertencias, retomo el hilo de algunos datos que arroja el “Anuario 2009-2010: audiencias y medios en México”. Y comienzo con el tema del consumo de televisión de los mexicanos. Según relata IBOPE, el promedio de consumo televisivo en un hogar mexicano promedio es de nueve horas con veintitrés minutos. El dato es escalofriante si se compara con las mediciones que han hecho en los últimos años: en 1998 el promedio era de ocho horas con once minutos, lo que implica un incremento, en diez años, de más de una hora. En 2009 el consumo televisivo de un mexicano promedio en “un día típico” fue de cuatro horas con cuarenta y un minutos. Este dato dice, entonces, que en promedio dedicamos una quinta parte de nuestra existencia al consumo de televisión.

Las nueve horas en promedio que las familias mexicanas ven la televisión, o las casi cinco que individualmente le dedicamos a la pantalla podrían ser provechosas si los contenidos fueran, al menos, los de telesecundaria o de plano un documental de los años ochenta de National Geographic sobre la sabana africana. Sin embargo, los datos que ofrece el IBOPE dicen que a los mexicanos nos gustan las telenovelas y el futbol. En otras palabras, gustamos de los culebrones y de sufrir con ganas (cómo no sufrir con “Los exitosos Pérez” o con los juegos del Atlas o la Selección mexicana). A lo largo de 2009, la lista de las diez emisiones de mayor audiencia (rating), fueron las telenovelas del eterno Canal de las Estrellas y enumero: “Sortilegio”, “Mañana es para siempre”, “Hasta que el dinero nos separe”, y “Corazón Salvaje”.

Para completar esta lista, el IBOPE hizo un compilado de las emisiones televisivas de mayor raiting de 1998 a 2009. En total, enumera 28 sucesos de gran trascendencia: once de ellos, es decir, casi el 40%, refieren a partidos de futbol de la liga mexicana o de la selección en su paso por las eliminatorias de la CONCACAF o en el Mundial de la especialidad; cuatro episodios son del campo político, como la toma de posesión de Felipe Calderón o López Obrador; tres emisiones, las de más alto raiting de todos los tiempos, fueron los días más conflictivos del brote de influenza del año pasado; y otros eventos como puede ser la muerte de Paco Stanley, el atentado contra las Torres Gemelas o los primeros días de la invasión de Irak por parte del ejército estadounidense.

Los datos que revela el estudio del IBOPE no son alentadores, al menos para mí; supongo que la presentación de estos informes ante el consejo de una televisora o ante el área de publicidad y mercadotécnica de grandes empresas, debe generar que a más de alguno se le caiga la baba al observar la mina de oro que tienen ante sí: una masa de consumidores que caen rendidos ante la seducción televisiva.

Niklas Luhmann, un brillante sociólogo alemán que dedicó buena parte de su obra al estudio de los medios de comunicación, dice en su libro La realidad de los medios de masas, que: “lo que sabemos sobre la sociedad y aun lo que sabemos sobre el mundo, lo advertimos a través de los medios de comunicación de masas”. Y Manuel Martín Serrano, un filósofo español, señala que en las sociedades modernas conocemos el mundo a través de tres procesos: uno empírico, otro vicario y otro que se posibilita gracias a los medios de comunicación masiva. En lo personal no me queda duda que hoy en día, la mayor fuente de conocimiento de la sociedad mundial está en los medios de comunicación. Esto me lleva a pensar que la comunicación es un bien público y que no puede estar exclusivamente en manos privadas, pero tampoco bajo el monopolio del Estado. Debe ser, repito, un bien público. No pretendo insinuar que debemos consagrar nuestro sistema de televisión a programas educativos y culturales, pero es urgente que haya una mayor pluralidad en los contenidos, una libre competencia. Si seguimos con la dinámica de telenovelas y futbol, no nos extrañe que el presidente Calderón tome una decisión importante, como lo fue la extinción de Luz y Fuerza del Centro, mientras un sábado por la noche, el país, borracho de felicidad, festejaba su paso al Mundial de futbol. Con estos hábitos de consumo mediático, los domingos de resaca televisiva seguirán siendo lamentables.

Juan Larrosa es Coordinador general de “Quid: observatorio de medios”
www.quidmedios.wordpress.com
contacto@observatorigdl.com

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