jueves, 16 de julio de 2009

AVELINO SORDO VILCHIS
¿FUSIÓN O DISFUNCIÓN?
Transmitido: jueves 16 de junio 2009


Hace algunos días estuvieron en Señales de Humo un par de funcionarios de la Orquesta Filarmónica de Jalisco. Fue entonces que me enteré que el ensamble tiene un gerente de marketing, así en inglés. Y me pregunté ¿sabrán éstos lo que es el tal marketing o nomás le pusieron el nombre porque les sonaba elegante, pegador y glamoroso? La Coca Cola, Nokia y Sony tienen sus departamentos de marketing donde desarrollan un trabajo muy sofisticado que consume presupuestos inimaginables. Así que ¿un presupuesto que apenas alcanza para unos pocos desplegados en algunos diarios y unos cuantos spots de radio alcanza para hacer marketing?
Pero, más allá de la ridícula pretensión de hacer pasar una oficina de comunicación institucional por un departamento de marketing, la entrevista ofreció algunos temas para reflexión. Además del encargado de propaganda, acudió también el gerente administrativo. Lo curioso es que ambos funcionarios no vinieron a hablar de detalles administrativos o de mercadeo, que son sus áreas de trabajo. No. Vinieron a defender el proyecto artístico —si es que así podemos llamarle sin que suene a ironía— de convertir, por la vía de la fusión, a la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en algo muy parecido a una orquesta versátil, como las hay tantas y tan buenas.
Las preguntas que se nos vineron a la mente, más allá de si estamos de acuerdo o no en mantener una Filarmónica para realizar el papel de orquesta versátil, son ¿si se trataba de hablar de un proyecto artístico, porqué vinieron el administrador y el mercadólogo y no el director artístico? ¿Acaso el director artístico no tiene argumentos para defender su «novedoso» concepto de orquesta? ¿O será que los criterios artísticos del grupo institucional más costoso del Estado de Jalisco están en manos del administrador y el encargado de los desplegados? Ahora que también queda la posibilidad de que al director artístico le dió flojera levantarse temprano.
El caso es que los encargados de facto de la Orquesta nos informaron de su novedoso programa para «atraer nuevos públicos». En lo personal, debo decirles que no me parece muy inteligente, pero ustedes dirán: el programa consiste en que el organismo que mantenemos con nuestros impuestos para promover y difundir la música sinfónica, dejará de hacer el trabajo para el que fue creado, a fin de dedicarse a géneros musicales más del gusto de la masa, y así tener más público. Ingenuo que soy, hubiera pensado que la cosa era exactamente al revés: ¿no debería tratarse de que más gente escuche la música de Mozart, Brahms, Mahler o Schönberg?
Hace ya demasiados años, otros genios iniciaron un programa con similares objetivos y argumentos: se trataba de que la orquesta, en lugar de interpretar la sexta de Bruckner, se integrara a uno o varios mariachis a fin de armar algo así como un «mariachi sinfónico». Después de más de diez años de «galas de mariachi», hasta ahora nadie nos ha informado si la orquesta consiguió «atraer nuevos públicos», o si, ya de perdida vendió un triste boleto de palcos terceros en uno de sus conciertos regulares. Si los encargados de la orquesta estuvieran en lo suyo, habrían analizado esta experiencia y se habrían percatado de que no es por ahí el asunto.
Pero, están tan complacidos de los resultados —al parecer finalmente pudieron llenar la luneta— que no han visto los costos. Y, peor aún, la idea puede extenderse y convertir la fusión en el signo de la política cultural del Estado. A este nivel, el siguiente paso de los genios del marketing para «atraer nuevos públicos», podría ser, por ejemplo, organizar un tabledance en la capilla del Cabañas, con los murales de Orozco como fondo. O quién sabe qué otra perversión se les pueda ocurrir.
Por lo pronto, me quedo con el comentario de una integrante del «nuevo público» de la Orquesta, que después del concierto circense del viernes, externó su impresión diciendo: «¡el director está bien botana!».

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