martes, 8 de septiembre de 2009

DOLORES GARNICA
LECTURA EN PRÁCTICA


El creador frente a su restirador. Allí lo acompañan los recuerdos de la vista y la vista de las letras, sus lecturas. Se mezclan los libros de la infancia, los favoritos, los deliciosos y hasta los que duelen. Nunca se crea solo, siempre hay una letra ajena a lado. Esta vez algo de la biblioteca del arquitecto tapatío Luis Barragán se expone. Se exhiben los títulos, las páginas, el lomo medio hundido, los apuntes en el margen y hasta sus subrayados amarillos. Hoy conocemos mucho de la obra del Premio Pritzker de 1980 gracias a la llegada itesiana para administrar a Casa Clavigero desde hace diez años, la Casa que construyó el genio hace 80 para Efraín González Luna que hoy rememora su vida y obra con Barragán, Itinerarios espirituales, exposición bajo curaduría de Alfonso Alfaro, director de investigaciones de Artes de México y excelente mancuerna creativa de Gutierre Aceves, director del centro cultural.
De Luis Barragán no sabremos nunca todo, quizá por eso ese misterio claro que se observa en las construcciones que observamos maravillados. Este es el principio del que parece partir el curador: el descubrirnos una pequeña gran pista de su genio: la lectura, una de sus grandes pasiones. Y su vista recorrió filosofía, teoría del arte, ilustraciones, literatura y poesía sin empacho. Dime qué lees y te diré quién eres: Ortega y Gasset, Eluard, Baudelaire, Flaubert, Breton, Huxley, San Agustín, Unamuno, Claudel, Stendhal, Proust, Pellicer o Tolstoi, autores repetidos. ¿Y qué ves en los libros? Gauguin, Picasso, Piero de la Francesca, Weston, Da Vinci, Matisse, Chucho Reyes, más algo, mucho, sobre construcciones mozárabes, griegas, japonesas, indias o africanas. La exposición es un paseo por la intensa curiosidad de un buen lector, el que inauguró “la arquitectura contemporánea mexicana, como la pintura de Orozco o Tamayo, la fotografía de Álvarez Bravo o la literatura de Rulfo”, en palabras de Fernando González Gortázar.
Ahora habrá que unir los puntos a puro antojo personal. ¿De dónde la “textura espiritual y la condición térrea” que Víctor Jiménez supone en los proyectos de Barragán? ¿Cómo “la libertad para jugar con sus medios, para hacerlos chocar y ponerlos en litigio, para crear con ellos soluciones inquietantes” que explica González Gortázar, o “La obra moderna extraordinariamente reconciliada con la tradición” en palabras de Octavio Paz? De todo y de todos, de libros, viajes, música, apuntes, preguntas y respuestas. Normalmente se observa la obra de Barragán desde divisiones de influencia: la primera inspirada en la obra de Ferdinan Bac, arquitecto e ilustrador francés y la segunda cuando el arquitecto se enfrentó a la obra de Le Corbusier, de los dos, tomos maltratados de tanto leerse en la exposición. A un buen lector le sucede algo después de un buen libro.
Y para continuar con Barragán después de sus “Itinerarios espirituales”, habrá que recorrer la Capilla del Calvario en Jardines del Bosque, la Casa Cristo repleta de referencias moriscas por Pedro Moreno o la Casa Robles León, entre Madero y Pavo. Que también hay que leer a Luis Barragán.

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