martes, 8 de septiembre de 2009

AVELINA LÉSPER
¿QUÉ QUIERE EL ARTE CONCEPTUAL DE LA CRÍTICA?


Quiere halagos, desconoce que la crítica no sólo puede estar a su servicio, como están acostumbrados, también puede ser transgresora. Este anti arte pretende que todo nos guste. Si cuestionamos el valor de sus obras, adoptan la arrogante postura de que no entendemos. La reflexión es un proceso racional, no de sumisión. El que reflexiona, razona y por lo tanto cuestiona. Exigir que no cuestionemos vuelve a la apreciación artística un asunto dogmático.
Es una imposición dictatorial pretender que debemos pensar y apreciar las obras como ellos lo dicen, que debemos por obligación vernos subyugados por una instalación de ropa sucia o las latas de mierda de Manzzoni o la mierda de quien sea el famoso de turno. Si el arte es un proceso intelectual ¿Por qué se asustan de que hagamos uso de nuestra inteligencia para verlo y analizarlo? ¿Y por qué esperan que ese análisis sea siempre favorable? Las revoluciones que exigen la aprobación ciega de las personas son las que se han transformado en dictaduras.
Así que les tengo una mala notica, existimos personas libres, con nuestra apreciación estética sin compromisos, sincera y objetiva. Y ninguna expresión intelectual puede decirnos ni someternos a una visión sólo porque una mafia de galerías, museos, curadores, críticos y artistas han hecho del anti arte un negocio, despreciando la misión del arte.
La posición de que veamos lo que ellos ven es dogmática, esto ya le he dicho en otras ocasiones pero es necesario repetirlo, el arte no es un dogma incuestionable, el arte está ahí para que lo observemos, lo gocemos, nos emociones y lo juzguemos, si la obra provoca un pensamiento o una emoción éstas no tienen porque estar sujetas a lo que ordena el curador. Esto se pone en evidencia con los textos curatoriales, que no son analíticos, son una sucesión desmedida y desubicada de elogios que en su desproporción dejan en ridículo a las obras.
Ver estas obras no es un reto para la inteligencia, porque ni siquiera es un reto hacerlas. Lo que el anti arte llama reto es encontrar la coherencia entre los textos curatoriales y lo que vemos. Cuando esa coherencia la tendrían que lograr el artista y el curador, no el público. La palabra clave en todo esto es “reflexión”, pero no activa, quieren espectadores pasivos. La pasividad del estancamiento de estas obras es evidente en la pasividad del pensamiento que reclaman; si su visión estética se encuentra estancada no por eso el pensamiento y el desarrollo intelectual del resto de las personas tiene que detenerse. Tenemos un siglo presenciando el mismo tipo de obras, mientras la evolución de la pintura es imparable y hemos visto como de los íconos medievales, pasamos al Renacimiento y los esfumatos, y negando este ideal el hiperrealismo Barroco desgarró carnes y derramó sangre para que llegaran el siglo XVIII precedidos por grabadores demenciales y nos crearan un mundo erótico y fantástico. Las revoluciones sociales trasformaron a la pintura y nació la propaganda con David y más tarde Turner reinventó el paisaje. Cuando llegaron los Impresionistas y rompieron con su realidad para crear un mundo de erotismo social y costumbrista, irrumpieron los cubistas y los abstractos, y de estas tormentas y terremotos la evolución no se detuvo hasta llegar a nuestros nuevos hiperrealistas. Ante esta creación incontenible surgió un grupo de personas que sepultaron al arte para aportar nada, ante su poca capacidad creadora trataron de imponer sus limitaciones y lo que ellos hicieron hace un siglo es la única idea que han repetido hasta el agotamiento y la estulticia los “creadores emergentes”. Una de las características de la falta de perspectiva y realismo es la de negar la historia, negar el pasado para fundamentar el engaño de que todo se está inventando ahora mismo. No es así, estas formas que se hacen llamar nuevas expresiones no son nuevas y su aportación dentro de su limitadísima área es ínfima.
El lamentable estado del anti arte no se lo deben a la crítica que lo enuncia, se lo deben a ellos mismos, a su falta de audacia y de calidad, al conformismo con el que se han instalado, a su adicción al halago fácil, a la relación parasitaria con los curadores, y a lo intrascendental y superficial de sus ideas. Son la expresión más burguesa y conservadora del Sistema, el único objetivo de su trabajo es detener el cambio y la evolución. Anunciaron desde sus orígenes la muerte del museo y son obras que no sobreviven sin el amparo de instituciones, estas obras fuera de galerías y museos no tienen valor. Entonces resulta que si el museo debía morir, ahora lo necesitan para poder existir. Sin la creación de un espacio específico, lo que llaman contexto, las obras son nada y sólo la exhibición de esta situación los hace caer en alarma y escándalo. ¿Qué quieren provocar si cuando provocan el análisis real de lo que son, lo niegan? Quieren complicidad y sometimiento. No es posible, la elemental inteligencia impide aceptar sin protestar. Se liberaron de las academias para negar la libertad de nuestro pensamiento, craso error, dolorosa contradicción. El arte conceptual o anti arte, no puede culpar a otros por denunciar lo que ellos hacen sin sentir vergüenza.

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