viernes, 18 de junio de 2010

AVELINO SORDO VILCHIS
Mal Negocio
Transmitido: jueves 17 junio 2010


La declaración es una joya, más por lo que apenas sugiere que por lo que dice en concreto: «A mi me ha tocado ver que en todo el mundo hay edificios históricos que se utilizan para eventos. Finalmente cuando un edificio es usado, todo el tiempo estás encima de él. Lo estás barriendo, trapeando; si tiene goteras, las tapas, etcétera. Pero una casa vieja que no tiene uso, se cae. Es por eso que el Cabañas debe tener vida». Aunque nos cueste trabajo creerlo se trata de declaraciones al diario Público de Cecilia Wolf, directora del Instituto Cultural Cabañas, con las que intentaba justificar la constante e indiscriminada renta del edificio como espacio para francachelas de todo tipo.
Analizando las partes sustanciales de sus declaraciones, resulta fácil inferir qué es lo que esta señora piensa de la institución que hoy tiene bajo su responsabilidad. Por ejemplo, es evidente que para ella el manejo del Cabañas como museo es un desperdicio, ya que «…cuando un edificio es usado, todo el tiempo estás encima de él…», entendiendo en este caso «usado», como sinónimo de emplearlo como salón de fiestas. Para reforzar esta idea, está aquello de que «…una casa vieja que no tiene uso, se cae…» Y para mayor precisión, añade «…es por eso que el Cabañas debe tener vida…», donde, por supuesto, «vida» es sinónimo de alquilarlo para pachangas, faltaba más.
La única y aterrorizante conclusión a la que podemos llegar después de este somero análisis de sus declaraciones, es que para la señora Wolf la actividad sustantiva del Instituto Cultural Cabañas es la de salón de actividades sociales, ya que para ella es claro que su uso como museo —o como centro cultural— equivale a no usarlo; es un desperdicio, vamos. Incluso, en otra parte de esa misma entrevista, la Wolf anticipó —amenazante— algo así como que de no existir la entrada de dineros provenientes de lo que aquí podríamos llamar su «división Cabañas Grill», el Instituto Cultural Cabañas se vería obligado a cerrar sus puertas de manera definitiva.
Es una lástima que no diera detalles de cómo imagina que se realizaría el cierre del Instituto Cultural Cabañas por tan importantes razones: me hubiera gustado conocer su visión del asunto. Pero, volvamos al tema de la «división Cabañas Grill» del Instituto Cultural Cabañas. Una serie de reportajes publicados a lo largo de la semana pasada por el diario Público, abordaron el problema desde diversos ángulos y puntos de vista y de ahí se desprendió muchísima y muy valiosa información que retrata de cuerpo entero la pésima gestión que ha tenido el Cabañas en, por lo menos, las dos últimas administraciones, además de que quedaron puntos oscuros que deben ser aclarados.
Tenemos que el argumento más socorrido para justificar el mal uso intensivo del Cabañas como salón de fiestas, es la falta de presupuesto. De hecho, hasta llegan a asegurar que el presupuesto anual no les alcanza ni para pagar los salarios. Sin embargo, la realidad los contradice: el diario Público consiguió la nómina de la segunda quincena de enero de 2010, a través de la incréiblemente incompleta página de transparencia del Cabañas, y realizó una proyección anualizada, añadiendo los aguinaldos. El resultado: la nómina —incluyendo hora extras y otras percepciones extraordinarias—, representa algo así como el 85% del presupuesto anual. ¿Y entonces?
Por otra parte, es obvio que los resultados de la operación «Cabañas Grill», son francamente malos. Y es que la mayor parte de sus «clientes», son influyentes y no pagan o, en el mejor de los casos, solo cubren una parte de la tarifa. Aquí hay un dato duro: de acuerdo al «Estado de Resultados de 2008» —el más reciente que pudimos encontrar en la página de transparencia— los ingresos por «uso de espacios», apenas alcanzaron la mitad de los que corresponden al concepto «acceso al museo». Los números no mienten: el museo es mejor negocio que el Cabañas Grill.
¿Y entonces?

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