FLAVIO MELÉNDEZ ZERMEÑO
Sección: Subjetividades posmodernas
“El derecho a la vida”
Transmitido: jueves 25 marzo 2010
El 30 de enero de este año 16 jóvenes, varios de ellos menores de edad, murieron masacrados en ciudad Juárez. Cuando celebraban una fiesta de cumpleaños un grupo de sicarios irrumpió en la casa en que se encontraban y los acribillaron, dejando heridos además a otros 29 -después de estos sucesos habrá que preguntarse si para los adolescentes de esa ciudad y sus padres, y para los de las demás ciudades de nuestro país, volverá a ser lo mismo asistir a una fiesta. El 19 de marzo otros dos jóvenes, Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, becarios de posgrado del Tecnológico de Monterrey, murieron al quedar atrapados en el fuego cruzado del enfrentamiento entre militares y Zetas, en al campus de esa institución de educación superior en la ciudad de Monterrey. Al día siguiente dos niños, Uziel y Gamaliel Juárez Mariano, de 7 y 10 años de edad, murieron en Villa Cuauhtémoc, Veracruz, en medio del enfrentamiento entre dos grupos del crimen organizado. Estos son solamente algunos de los “daños colaterales” de la “Guerra contra el crimen organizado” iniciada por el Infierno Federal que encabeza Felipe Calderón.
En este panorama de temor generalizado ante el tsunami de la violencia en el país, las legislaturas de 18 estados de la República han aprobado leyes que penalizan el aborto, convirtiendo en delito el deseo de una mujer de interrumpir un embarazo cuando considera que no cuenta con las condiciones para dar lugar a una nueva vida. Estas leyes, aprobadas principalmente por el PAN y el PRI, pero en algunos casos con el voto de algunos partidos que se declaran de izquierda, se han fundamentado en el llamado “derecho a la vida”.
El movimiento de los derechos humanos surge fundamentalmente después de la segunda guerra mundial, en buena medida como respuesta a las atrocidades del genocidio llevado a cabo por la Alemania Nazi. Aquellos son el resultado de la entrada de la vida humana en el ámbito regulador del derecho, con la intención de proteger la vida y poner un límite al goce que alguien puede tener sobre el cuerpo de un semejante. Tenemos aquí lo que el filósofo francés Michel Foucault denominó “Biopolítica”, caracterizada por el hecho de que el poder estatal se hace cargo de organizar, controlar, moldear el ámbito de la vida de los llamados “ciudadanos” y de la población tomada como conjunto. El slogan Para que la droga no llegue a tus hijos, que forma parte de la guerra desatada por Calderón, es un buen ejemplo de cómo opera la Biopolítica: el sujeto del que se ocupa es uno que no puede decidir sobre su cuerpo y la vida que lo habita; en este caso es incapaz de decidir si usa o no una droga, por lo que el Estado tiene que intervenir en su auxilio para impedírselo.
Sin embargo, es necesario admitir que ningún derecho está hoy menos garantizado que el derecho a la vida –como afirma el también filósofo Roberto Esposito. El hecho de que aproximadamente mil millones de personas se encuentren sufriendo hambre en el mundo, además de las guerras interminables por la imposición de la democracia, y en el caso de nuestro país, las miles de muertes producidas por la guerra del licenciado Calderón, son una muestra de que los discursos que defienden el derecho a la vida no pasan de ser una perorata que está al servicio de una extraña lógica, que muestra de manera privilegiada su estructura en esa paradoja constituida por el hecho de que en México se defiende el derecho a la vida de los que todavía no nacen pero se considera como “daño colateral” que las vidas todavía no realizadas de niños y jóvenes se vean interrumpidas violentamente en una guerra que ellos no decidieron, para protegerlos de un peligro que resulta ser menor que la medicina que terminó con su vida –¿alguien ha escuchado hasta ahora a los defensores de la vida protestar por la muerte de estos jóvenes, protestar con el mismo ahínco con que lo hacen en contra de la despenalización del aborto o siquiera expresar públicamente sus condolencias a las madres y padres que perdieron irremediablemente y de manera atroz a sus hijos? Para colmo, en el caso de los estudiantes de Juárez y de Monterrey, instancias del gobierno reiteraron el gesto de acusarlos, en un primer momento, de ser miembros de la delincuencia organizada, colocándolos del lado de las vidas que pueden ser desechables, de los cuerpos que no importan para el biopoder.
De tal manera que ese derecho a la vida termina por ser un derecho abstracto que defiende una vida abstracta mientras esta no se concrete en la realidad social en la que habita. Una vez que esa vida se encuentra en el mundo de las relaciones sociales queda totalmente desamparada, sometida al vaivén de las regulaciones de la Biopolítica y del mercado capitalista, en donde esa vida misma terminará por convertirse, dadas las condiciones adecuadas, también en una mercancía. Este es el desamparo que la posmodernidad ofrece a la vida de cada uno, en un ambiente en que solamente la competencia feroz permite adquirir en el mercado condiciones de vida que hagan que esa vida no sea prescindible.
“Que la droga no llegue a tus hijos… las balas, el desempleo, la falta de oportunidades para estudiar y acceder a la cultura, el hambre, no son asunto nuestro sino de tu libertad y autonomía como ciudadano, son los males necesarios y colaterales que permiten que nuestra sociedad siga funcionando para usufructo de unos cuantos”.
Flavio Meléndez: flaviomelendez@gmail.com
jueves, 25 de marzo de 2010
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