AVELINA LÉSPER
INTELIGENCIA Y ARTE
Transmitido: lunes 15 de junio de 2009
Hasta hace unas décadas la inteligencia era una virtud, el talento es una forma de inteligencia porque implica que somos capaces de aplicar una aptitud en la realización de una tarea. La inteligencia nos da las herramientas para dominar la técnica y crear un lenguaje, el desprecio por las técnicas, es el desprecio por la inteligencia. Hoy en el arte contemporáneo conceptual, que además ya se llaman a sí mismos neoconceptuales, la inteligencia está exiliada, expulsada de las obras. Es una situación lamentable porque el arte es una de las manifestaciones más elevadas de la inteligencia, como lo es la ciencia. Y mientras no podemos ni remotamente imaginarnos que exista un científico estúpido, vemos que los artistas se sienten orgullosos de su mediocridad. Ahora la cortedad de ideas, la falta de talento, la mala calidad, el plagio y la imitación sistemática son las características de las obras. Las simplezas que vemos en museos y galerías, que no responden a ideas inteligentes, se respaldan en textos curatoriales mal escritos que sustituyen también a la inteligencia con retorica y se convierten en ejemplos del absurdo al tratar de justificar obras que por su ínfima calidad no tienen justificación alguna. Por poner un ejemplo, la caja de zapatos vacía de Gabriel Orozco, un ready made simple, fácil e intrascendente como todos los ready mades, tiene un argumento curatorial que dice “relación tripartita entre el objeto, el espectador y el espacio”. Es ridículo que esto sea un texto curatorial porque esa frase se puede aplicar a cualquier objeto, todo, absolutamente todo lo que está a nuestro alrededor mantiene una relación con el espacio y con quien lo mira o usa. Este abuso de la retórica sobre las obras eleva al máximo la estulticia.
¿En qué momento la inteligencia ya no fue parte del arte? El primer factor es la presencia de los curadores, la inteligencia nos hace libres, independientes y autónomos, esto niega la necesidad de que existan los curadores, solo los artistas mediocres requieren de un curador y de su retorica que justifique su existencia como artistas y sus obras como arte. Por otro lado obviamente es más fácil manipular a una persona estúpida que a una inteligente, así que los curadores y galeristas tienen una oportunidad enorme con estos artistas de elemental coeficiente y talento para utilizarlos, a diferencia de alguien que por su calidad y obra no los requieren. El daño de ensalzar lo que no tiene valor, lo que no es inteligente es que se crean parámetros de mediocridad, es evidente que el arte ha llegado en estos años a una falta de calidad pasmosa, ahora todo es arte y todo el mundo es artista. Porque han expulsado a la inteligencia. Y esto no es sólo en la creación, lo es en la contemplación y la critica. Contemplar una obra, apreciar sus elementos, hallazgos, calidad, deslumbrarnos por una pintura y llevarla en la memoria era también un trabajo de la inteligencia, ahora tenemos que ver una mierda en el museo y además decir que nos gusta, que compartimos la reflexión y que es arte. Negarlo es para sus creadores y curadores la falta de cultura del público, no la falta de inteligencia de ellos. Es inteligente ser valiente, la cobardía es una forma de torpeza intelectual, tener la agudeza de llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para que hagamos que el arte salga de este imperio de la estupidez en el que está inmerso y asfixiado. La descomunal corrupción que inunda al arte con la complicidad de galeristas, museos, curadores y artistas que florecen apelando a una inteligencia nula, está dejando un rastro penoso. Cuando los décadas pasen y en el futuro contemplen los objetos arrumbados en las bodegas de los museos los historiadores del arte van pensar, con razón, que a finales del siglo XX y en el XXI el arte era hecho por gente sin inteligencia, que la mediocridad era la forma más elevada de pensamiento y que no teníamos la capacidad de diferenciar una obra de arte de la basura. Si los creadores, instaleros, performanceros, curadores, galeristas, directores de museos y demás servidores del arte oficial se niegan a ser inteligentes, pues que lo sea el público y la crítica. Si un director de museo no tiene la capacidad intelectual de decir “esto no es arte”, de diferenciar lo que está de moda de lo que si va a permanecer, entonces que el público con su sentido de la belleza, de la estética, con su necesidad de ver y vivir cosas que aporten algo, que lo diga en voz alta, “esto no es arte”. Esta cadena de mediocridad se tiene que romper en algún lado. Es grave el ridículo y peor es creer que existe un valor en eso. Este elogio a la estupidez y la mediocridad que es el arte contemporáneo tendrá que llegar a su fin porque la torpeza no siembra, destruye y esa destrucción los exterminará. Los grandes errores históricos terminan de golpe cuando una voz comienza a decir la verdad y ahora estamos entrando en ese momento histórico.
http://www.avelinalesper.blogspot.com
martes, 23 de junio de 2009
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